viernes, 12 de octubre de 2012

Letargo



Le diagnosticaron el síndrome de Kleine-Levin hace dieciséis años. Estaría rondando los catorce años y medio, cursaba la secundaria y destacaba en algunas áreas. Muchachita promedio, ya ve usted. Sin embargo, cuando le diagnosticaron el síndrome de la bella durmiente, por razones que el lector entenderá, su vida cambió de forma abrupta.
Empezaba por dormir durante más de doce horas. Ella no tenía control sobre eso; se sentía cansada y debía recostarse o caer dormida en el suelo (le pasó algunas veces) y aunque al principio sus padres no podían entender lo que le estaba sucediendo a la pequeña, con el tiempo tuvieron que aceptarlo. Sin embargo, gracias (o desgracia) a la medicina contemporánea, pudieron controlar los períodos en los que quedaba totalmente dormida (casi muerta) con un cóctel de medicamentos que el especialista le había recetado. Todo esto, y terapia psicológica le ayudó a sobrellevar la enfermedad durante algún tiempo.
Pasaron varios años entre largos ratos de letargo (que a veces se extendía a semanas) que hacían confundir a la pequeña (ahora ya no tan pequeña) porque generalmente soñaba de la realidad. ¿Puede usted comprender eso? No es tan difícil. Cuando ella dormía, soñaba con su vida, viviéndola de la manera monótona y simplona que solía ser. Y cuando desperataba, habían pasado semanas (o meses) desde que había despertado a la realidad. Oh, sí. El lector preguntará acerca de los medicamentos. Pues diré que funcionaban, mas no erradicaban por completo el mal, porque hasta ahora no se conoce la cura.
En los años que siguieron, pensó que no podía desperdiciar su vida de esa manera. Así que, como lo planeó desde que tenía siete años, hizo maletas y fue a conocer el mundo. Empezó en América del Sur, visitó Brasil y durmió en Argentina; luego tomó un avión a Europa y estuvo allí casi un año. Por último, visitó Japón. Para entonces tenía veintinueve años. Luego regresó a su apartamento, donde volvió a dormir.
Cuando despertó; no se sentía cansada. Tenía mucha hambre y la sed la estaba matando. Vio sus manos y no recordaba nada. Pero eso era normal. Normal de su condición, porque cuando dormía durante semanas, meses, despertaba desorientada y si noción alguna del tiempo. Así  que ahora debía esperar a que su cerebro recuperara esa parte que siempre escondía mientras su letargo se hacía presente y la sumía en el hermoso algodón del sueño.
Debía esperar a recuperar la razón, la noción del tiempo. No le tomaría más de una hora, pero debía esperar, para saber si todo había sido un sueño.
O si estaba soñando.

jueves, 4 de octubre de 2012

Conversaciones en la Niebla



La niebla era demasiado densa como para poder ver más allá de dos metros. A lo largo del camino, a pesar que lo conocía bien (son casi veinte años de vivir por acá) aún me daba escalofríos caminar en noches como ésta. El silencio me envolvía; no escuchaba siquiera el aleteo de las aves nocturnas o el cantar de los grillos.

Está todo muy tranquilo…

Los secretos del subconsciente germinan cuando el camino está libre y la mente sucumbe ante el silencio del ambiente, mientras relata los misterios jamás revelados del universo. Sólo hay que escuchar. Escuchar atentamente al idioma que habla e intentar descifrarlo. Es en la noche en que nuestra verdadera forma se quita el traje de humano, para confrontarnos a nosotros mismos.
La niebla estaba cediendo. Una silueta llamaba mi nombre mientras se acercaba. La piel se me erizaba, noté que los latidos de mi corazón aceleraban en ritmo y mi respiración era agitada. Me sentí un poco mareado.

Cierra tus ojos…

Fue sólo un reflejo, ni siquiera pensé para qué querría que cerrara los ojos. Sin embargo, cuando lo hice, sentí cómo mi cabeza se llenaba de una comodidad absoluta; mi corazón regresó a su ritmo normal, mi respiración fue constante de nuevo, hasta podía sentir un poco de calor que me abrazaba. Una voz dulce, pero segura de lo que decía, me arrullaba con sus palabras:

Hacía tiempo que no te veía… ¿Dónde has estado todo este tiempo?

Escuchar… Escuchar lo que tenga que decir. Al fin y al cabo, no se puede ignorar el hecho que alguien te esté hablando de esa manera
.
Yo… He estado ocupado. ¿Quién eres?

No importa quién soy. Lo importante es quién sos vos ahora…

Escuchar.

La mudanza entre facetas mentales y/o emocionales debe ser lenta. Lo que marcó épocas anteriores debe quedarse allí. No hay por qué utilizarlas ahora. Hay que ver el material disponible hoy, y trabajar en base a eso. Tenés mucho que hacer y aunque tenés toda una vida de tiempo, mientras mas rápido terminés, será mejor. Hay quienes esperan ver tu trabajo terminado. Hay quienes ansían ver un nuevo sol en tus ojos. También existen aquellos que destruirán cada cosa que llevés construido.
Lo que marco épocas anteriores, debe quedarse allí. 


Dicho esto, abrí los ojos.

La niebla cesó, y los grillos volvieron a cantar.